Vosotros, Ángeles Oscuros. Aquellos que aceptan a mi pueblo, y han escuchado mi voz más que ningún otro ser en esta región del Plano. Tenéis dudas... Queréis saber. Habéis oído hablar del caos y la destrucción que he visto... ¿Pero queréis saber si hay algo más?
La alta figura contempla al resto de seres alados. Se encuentra sentado encima de una roca, al borde de un inmenso acantilado. Solo la bruma y las nubes se divisan, se encuentran demasiado alto como para poder ver nada... Aunque el refugio alado es el único lugar habitable en centenares de kilómetros. Niega levemente para sí, y retoma su pensamiento en quienes se encuentran delante de él. Ángeles Oscuros de todas las edades, desde pequeños infantes, a miembros milenarios. Antiguos esclavos de un Aurem cruel, lascivo e hiriente, ahora libres para ejercer su voluntad a placer. Liberados por su antecesor, el Nexo... Ahora esperaban sus palabras.
Si. He contemplado con ojos muertos maravillas de otros lugares. He visto el nacer y el morir de un sol y una luna, he contemplado mundos en destrucción y en formación. He sentido el frío de la propia muerte, andar como figuras etéreas en un Plano desolado. Escuchado el gorgoteo de los muertos vivientes en un páramo helado. He luchado contra criaturas que no tienen forma ni nombre; he bebido junto a bravos guerreros de origen lejano. He viajado más allá de lo que mi padre alguna vez pensó, algunas veces observando, otras, luchando.
Piensa el Rey Humano que soy su perro de caza, secuestrando almas de otros mundos para ofrecerlas como tributo a los Astrales... En un vano intento de que estos le escuchen. No entiende que su propia corrupción los aleja más que a nada. Piensa, el necio humano, embebido en su esperanza. Por cada alma que envío al descanso eterno, otras diez claman por venganza. La Bruma Gris... Solo guiados por ira, odio y pena. Niños, ancianos, asesinados, torturados, violados... Criaturas sin cuerpo, asesinos en alma.
Pero aún no se mostrarán al mundo. El entrenamiento ha de continuar, y yo prosigo solo. ¿Cómo se el camino, decís, cuando mi futuro no puede leerse? El Rey Humano se basa en sus Videntes... Siento en ellos apenas una fracción del don real de la Adivinación. Sabéis bien que existe, el propio Nexo era uno de ellos, y su antecesor... Y el que lo precedió. Unidos por el Don, que sobrevive a la muerte, el asesinado y los propios recuerdos. ¿Que si yo debería tenerlo también...? No lo sabré hasta que recupere mi ser completo.
El Xeniam se incorpora, y camina un poco, estirando su cuerpo. En ese momento, algunos pueden contemplar perfectamente cómo su figura es irregular, cómo los tonos oscuros no son igual en su torso que en manos, piernas... Y por supuesto, la ausencia de sus ojos.
Los Daemon tomaron bastantes botines de guerra de mi cuerpo. Mis manos, mis piernas, mis alas, mis ojos, mi corazón, mi cerebro... Y las súcubos tomaron aquello que les pareció más apropiado, ya entendéis. Lo que veis, fueron partes que ellos mismos me insertaron, con la misma forma, la misma consistencia... Pero no es igual. Si mi cuerpo estuviera completo, podría responder a la pregunta del Vidente.
¿Temor, decís? ¿Miedo a la muerte? Cuando te han matado incontables veces, la muerte es solo una bendición pasajera. No. Solo siento temor... Cada vez que atravieso mis Portales y vuelvo a casa. Cada vez que retorno a mi hogar, y veo a mis hermanos muertos en vida, seres sin alma, vagar sin rumbo ni sentido. Ahora, si me disculpáis... Es la hora de sentir terror.