sábado, 22 de mayo de 2010

Tiempo, Tiempo, Tiempo.

No hace demasiado tiempo, me fue enviado un veneno que pretende imposibilitarme, e impedirme seguir avanzando en mis estudios. Se llama KoTOR II... Vale, veneno veneno, no es, pero si que ha conseguido que pase un par de viernes seguidos acostándome de madrugada.
Como viene siendo común en el universo Star Wars, y más concretamente en este juego, se te plantea la posibilidad de que tus decisiones alteren tu percepción de la realidad, y más importante, de como te ve el resto a tí. Es decir, el eterno dilema: "Malo o bueno". Y resulta que hace un tiempo, mientras jugaba, me he dado cuenta de que el asunto está demasiado idealizado. ¿Que por qué? Pues vamos a ver... ¿Qué es más fácil, ser malo, o bueno?
En la cultura general (mitos, películas, libros, novelas, poemas, etc, etc, etc...) casi siempre suele aparecer alguien a quien se le podría denominar "bueno". Humilde, compasivo, generoso con los suyos y respetuoso incluso con sus enemigos. ¿Pero realmente, es tan fácil esto? Bueno. ¿Es posible? Últimamente he estado pensando que nos han metido demasiado en la cabeza esa idea; casi pareciera que el ser humano puede ser un "pan de Dios" con una facilidad tremenda, y lamentablemente no es así prácticamente nunca. Ser malo es increíblemente más fácil, y normalmente más beneficioso para uno mismo; solamente hace falta no pensar en los que vas a pisotear, la base del sistema capitalista.
Porque vemos ejemplos todos los días de que las personas prefieren ser "malas" a "buenas", tomando por "malo" el que se aprovecha de las debilidades o de su propia fortaleza. ¿Ejemplos? Los matones de colegio, los políticos que roban dinero a espuertas, narcotraficantes... Un marido abusador. Con todo esto en mente, sinceramente, no sé de dónde porras se sacan "héroes".
Pero no solo me han entrado ganas de hablar sobre maldad y bondad, unos términos tan relativos, que dudo ser capaz de definirlos adecuadamente. Otra cosa que he estado reflexionando, es lo que da título a este mensaje. Tiempo. De un tiempo a esta parte me he fijado que, no sé muy bien por qué, tenía en la cabeza que era eterno. Me explico; odio las cosas a medio terminar, y procuro siempre acabar lo que empiezo. Y, no tengo muy claro el motivo, se me ha metido en la cabeza el ver todo lo que ocurre, solo que hay un detalle; como el resto de la gente, me muero. Continuamente, millones de células de mi cuerpo mueren, bien por otras células malignas, bien por virus que aprovechan la maquinaria de mis células para seguir expandiéndose como una plaga, así como el oxígeno, que es tanto el que me permite seguir viviendo como el que quema mi cuerpo lentamente hasta matarlo. Como todas las personas, me muero. Y tiene narices decir que eso me jode porque así no puedo acabar todo lo empezado...

¿Por qué no seré de esas personas descerebradas cuya mayor preocupación es a qué discoteca ir al día siguiente, a perder neuronas, células de oído, y otras cosas similares?

sábado, 8 de mayo de 2010

La Evasión de las Palabras.

Es difícil. Y sin duda, molesto. Me cabrea, directamente, el hecho de que se escapan a mis manos. Están ahí, esperando, pero no puedo cogerlas.
Es normal, dirán algunos, escribir no es nada fácil, quedarte en blanco, carecer de ideas... A mí me fastidia por el motivo contrario; como ya dije en la anterior entrada, prácticamente me sobran ideas. Y quizá sea ese el problema, porque me cuesta horrores enlazarlas! Por ejemplo, esta tarde tenía pensado subir aquí el primer capítulo de mi "proyecto" (es idiota decirle libro, por la poca extensión que tiene por ahora), pero me he visto con que al releerlo brevemente, he tenido que cambiar la mitad de la estructura, y que se queda muy corto... Pero no sé avanzarlo sin explicar más de lo que quisiera, y sin volver loca a la gente que lo mire, porque me adelanto demasiado a los acontecimientos, y es difícil relatar algo de cero sin tener referencias básicas o mínimas... Es un problema, pero que después, conforme avance la historia, se solucionará, eso lo sé, pero el fallo sigue aquí...
Probablemente, influya el hecho de que no haya podido tener demasiada crítica. Leer no está demasiado de moda precisamente hoy en día, y mis amigos no están como para leer desvaríos mentales (ya lo que me faltaba, conseguir motivos para que me odien. Aunque, Dafnis, sigo acordándome de tí, ¡gracias tío!), si bien me han ayudado en algunos motivos y situaciones, y animándome a que no lo deje. Pero bueno, vamos a intentarlo, a ver qué sale.

Nota: Como podréis ver, hay varios capítulos 0. Esto es simplemente porque la historia no transcurre de forma lineal; es un árbol con diversas ramas, que empieza desde la copa, y se irán uniendo hasta formar un solo hilo argumental y conductor.



Capítulo 0: El Llamado.

La sala se encontraba en una absoluta oscuridad, no había el mínimo indicio de luz, fuera natural o artificial. La única puerta de la sala estaba cerrada, y apoyado en ella, una figura, alta, muy alta, que esperaba. Diez años habían pasado hasta que volviera a repetirse el acto, en el que uno de los arcos que se encontraban en el lugar comenzara a brillar. La luz parecía provenir del mismo metal, formando unos destellos extraños que jugaban en el metal de los arcos circundantes. Leves chispas surgían del artefacto, chispas de luz que crecían y crecían, luchando contra las sombras, formando una esfera compacta de energía que comenzó a crecer, expandiéndose por el metal del arco, cambiando su color grisáceo por uno de un tono azulado. La energía comenzaba a crecer y a iluminar más la sala con su luz, revelando la presencia de muchos arcos metálicos, más allá de los que lo rodeaban; quizá habría más de medio centenar de aquellas estructuras, todas distintas entre sí. Mas este era distinto al resto por ser el único iluminado, la energía circulaba a través del metal, hacia un lado y hacia otro, formando una película de bruma que cubría el resto de la superficie bajo el arco. Susurros comenzaron a surgir, provenientes desde algún otro lugar que no era aquel, pues la alta figura que observaba la escena al otro lado seguía sin denotar ningún movimiento, salvo su respiración, que indicara que estaba vivo. Solo se movió cuando el proceso hubo terminado, avanzando hacia el lugar varios pasos hasta que quedo a un escaso metro de la fuente de luz, que titilaba y se agitaba levemente. Las figuras borrosas que podían verse a través de la bruma parecían estar observando, al igual que el alto ser que esperaba al otro lado. Entonces fue cuando una de las figuras avanzo, y lo que parecía un pergamino cerrado comenzó a ser visible y claro, surcando la bruma, trasladándose a un lugar desde otro muy lejano. Cuando cayó, la figura alta se aprestó a tomarlo. En su movimiento, la figura del otro extremo que había entregado el pergamino habló, la bruma distorsionando la voz de una forma curiosa:

- Deberá recibir tu Maestro este mensaje de forma rauda y precisa, o no volverá a verlos más. Tú, Xeniam, envía nuestra voz a tu señor. – Aún la bruma distorsionaba las palabras, el desagrado y la suficiencia afloraron de forma clara. Quien habló se dio la vuelta y se alejó en la bruma, que comenzó a esparcirse por el lugar, la energía que rodeaba el portal desapareció, y la oscuridad volvió a dominar la gran sala. La criatura referida como Xeniam observó la oscuridad entre los pilares del arco aún un momento antes de darse la vuelta, y comenzar a caminar hacia la puerta. Con un leve chasquido, se abrió, y por primera vez en diez años, la sala quedó vacía de presencias vivas.

Aquel quien portaba el pergamino avanzaba con decisión a través de los largos pasillos. Su altura le permitía avanzar a grandes zancadas, apremiándose en llegar a su destino, y entregar el mensaje. Su larga melena fluía al viento, negra como la noche y tan revuelta como una tormenta; no era algo de lo que se preocupara, como su aspecto en general; ropas gastadas, no más que una armadura ligera de cuero y una toga por encima, con la espalda totalmente expuesta, por motivos evidentes.

Con rapidez, llegó al final del pasillo, encontrándose con una puerta distinta a las que había cruzado; aparte de estar entreabierta, era mucho más grande y ornamentada que las sobrias puertas que aguardaban atrás. Con un leve gesto, el Xeniam avanzó, adentrándose en la oscuridad con el pergamino aún en la mano.

La sala estaba sumida en las sombras, solo unos leves rayos de luz plateada atravesaban parcialmente la estancia, iluminando los ojos de otros muchos Xeniam; plateados, blancos, azules, púrpuras... Pero ningún par de ojos brillaba tanto como los de quien se encontraba al otro extremo de la sala, el único que se incorporó y avanzó hacia el recién llegado; el resto solamente observaba atentamente, atraídos por la luz.

- Diez años han tardado en volver su mirada hacia arriba... Eran ellos, ¿cierto? - preguntó la figura, sensiblemente menor al mensajero. Este asintió levemente, sus ojos miraban hacia el infinito. Abrió más la puerta, para poder ver mejor a su interlocutor.

Con la puerta abierta, se veía claramente que aquel que había hablado era al menos una cabeza menor que el más bajo de los seres que allí se encontraban. De cabellos largos y plateados, mucho más cuidados que el resto de los suyos, era con diferencia el más diferente de todos ellos. No era posible decir el qué, pero carecía de algún rasgo común al resto; quizá esa mirada inquietante, que parecían más unas cuencas vacías que una mirada real, o las cicatrices que poblaban sus brazos y rostro; producto de numerosas batallas. Vestía una armadura de algún metal muy ligero, tanto que ondeaba a su andar, como si de una túnica se tratara, pero con la espalda parcialmente cubierta (a diferencia del resto que no llevaba completamente nada que cubriera su espalda u hombros) por parte de la armadura. Alzó una mano, y pronto el pergamino cayó en ella, rompiéndose el cierre que lo mantenía sellado. En ese mismo lugar, comenzó a leerlo con rapidez y atención, frunciendo el ceño a cada palabra que leía.

- Ni un tres... No hay posibilidades... Esto debe ser un castigo o vuelven a probar que sigo siendo de utilidad... - murmuró, para luego observar a los suyos. Con un gesto, abandonó la estancia, a un paso rápido. El mensajero volvió a su lugar, junto a los suyos, y se quedó ahí, observando la franja de luz que la puerta permitía pasar... Pues él, como el resto, estaban muertos por dentro, y solamente el Maestro podía hacer que no fueran más que cáscaras sin vida...


La Sala de los Arcos volvió a brillar con la luz mortecina de uno de los artefactos de metal, mientras la figura sombría esperaba impaciente al otro lado. Llevaba una capa larga que ocultaba bastante bien sus facciones, si bien la enorme espada que llevaba atada a la espalda hacía añicos cualquier esperanza de permanecer oculto. Leyó una vez más el pergamino antes de aplastarlo con su mano y arrojarlo al suelo, hecho ya cenizas.

- Un mundo condenado a la extinción. Un lugar sin magia y sin nada más que humanos... No será un viaje agradable.

Avanzó a través del arco y su imagen se perdió entre la bruma...


Capítulo 0 - Relatos del Joven Noble - El Inicio del Viaje

Despertó del agitado sueño aferrándose a sus rodillas. El muchachito estaba aterrado por los recuerdos de la pesadilla, aún frescos en su mente. Suspiró, tranquilizándose, observando su cuarto, impoluto como siempre se encontraba. Un gran armario con numerosos cajones, así como un espejo de cuerpo entero, era quien confrontaba su lugar en el cuarto, y devolvía su reflejo. Un niño de unos trece años, quizá, su aspecto infantil y menudo así daban a entender, más su pálida piel había visto, o mas bien, no visto el sol en quince largos años. Se consideraba casi un adulto, y así era considerado en su familia.

En el exterior, las luces del alba ya luchaban por vencer a las cortinas, para anegar la oscuridad de la sala de luz. No obstante, si se podían escuchar con claridad los movimientos de la casa. Criados y siervos por doquier trasladaban diversos enseres, al son de las órdenes del Señor Solamonte, cuya potente voz se escuchaba con facilidad en la vivienda. Su esposa se encontraba ocupada, encargándose personalmente del embalaje de las más caras joyas y los más fastuosos vestidos de gala. Finalmente, se acordó el muchacho del origen de tanto ajetreo a una hora tan temprana: Se iban de viaje. Un viaje muy especial, claro está, el joven asistiría por primera vez, a aquel evento, el más importante de todas las tierras que el joven conocía, era el…

- Milord, ya casi es la hora, es menester que os preparéis para el viaje. – Una suave voz le distrajo de sus pensamientos matutinos. Provenía de una de las más jóvenes sirvientas de la casa, que se apresuraba a ordenar y recogerlo todo. El muchacho asintió levemente, pero no llegó a levantarse inmediatamente del cómodo lecho. Observando a la joven, quien trabajaba duramente a pesar de tener la misma edad que él, sus pensamientos divagaron hacia otros senderos. Viendo sus escuálidas formas pegarse a la miseria con lo que podía permitirse vestir, se recordó a sí mismo que, a la vuelta del viaje, debía terminar de cortejar a la joven Liria. De ese modo, sus padres aceptarían el adelantar la fecha para la boda concertada desde casi su nacimiento. Si ella creía que estaba preparada, cosa de la cual debía encargarse él, que apenas la superaba en dos años, podrían efectivamente unirse en sagrado enlace en unos pocos meses, evento que el joven deseaba fervientemente con solo pensar en aquella niña bajo su cuidado. Pronto tendrían hijos, y estos deberían relacionarse con los que tuviera el primogénito de la familia Barrech con su también joven esposa. Val era un viejo amigo y no tendría reparos en orquestar con él bodas concertadas a las pocas semanas del nacimiento de sus respectivos hijos. Si había fortuna, en apenas unos quince o veinte años, poseería el doble de riquezas y poder que el que disponía actualmente la familia Solamonte, con todas las ventajas de la vida de casado que poseería… Finalmente el joven se desperezó y salió de la cama.

Vestido y apropiadamente aseado, el joven descendió por la escalera ornamentada hacia el piso principal, donde ya se encontraban sus padres, esperándole desde hacía algún tiempo. El señor Solamonte era un hombre fornido, ya entrado en años. Perfectamente afeitado, su cabello era oscuro, con algunos matices grises, que auguraban el envejecimiento del hombre. Sus ojos, fríos y penetrantes, observaban con reprobación a su hijo.

- Procura ser más diligente en tu despertar, hijo mío, sobre todo cuando se aproxima el momento de realizar un viaje tan importante que hacer como este.

- Mis disculpas, querido padre, pero la excitación de realizar un viaje tan importante me ha impedido ser todo lo raudo que desearía. – Mientras, la señora Solamonte seguía impartiendo órdenes a siervos mucho mayores que ella, pues para todos era evidente que la señora Solamonte era al menos diez o quince años menor que su cónyuge. De cabellos castaños y mirada apesadumbrada, su rostro era tan enjuto como sus formas, perdidas en lo que alguna vez fueron.

- Ya sabes, hijo, partiremos hacia el Gran Templo de la Llama. ¿Lo has dispuesto todo?

- Si, madre.

- En ese caso, es la hora de partir. Volveremos en unas semanas, hasta entonces, la familia Barrech velará por nuestras tierras, con la petición de que en nuestro viaje nos acompañen tanto el joven Barrech como su esposa. Sin duda, la presencia de tu amigo Val te será de interés. - comentó su padre, no sin razón. Val sería una amena y grata compañía de viaje.


Capítulo 0 - La Peregrinación del Joven Iluminado - Arribo a la Costa.

Caía la tarde en el puerto cuando se escucharon las fuertes campanadas, provenientes de un pequeño barco pesquero que, en aquellos momentos, se aproximaba al muelle, presto a atracar. Numerosos marineros echaron el ancla hacia las profundidades de las aguas del puerto, mientras otros lanzaban cabos dirigidos a frenar el impulso del barco. La campana no dejaba de repicar en toda la acción, llamando la atención de los habitantes del pueblo.

- ¡Milagro, milagro! ¡Ha sucedido un milagro! ¡Llamad al Párroco! – gritaban los enfebrecidos pescadores, aún mientras desembarcaban con habilidad y experiencia, colocando la pasarela vetusta en la cubierta del barco.

- ¿Pero qué ocurre, por la Llama? – preguntó un aldeano.

- Hemos encontrado un verdadero milagro en el mar. ¡Un joven en el mar con la Llama entre sus brazos! Estraba flotando inconsciente, sin más que harapos y una llama blanca en sus pequeñas manos. – el pescador hablaba con verdadero fervor en su voz.

- Vaya… ¿Pero no podría ser una nueva estratagema de esos bárbaros de los Kiren?

- Sin duda, el párroco comprobará eso, nadie puede mentir a uno de ellos, ni ocultarse a su mirada.

- No os equivocáis, ciertamente. Veamos qué sucede con ello, ojala sean ciertas vuestras palabras y que un elegido por la Llama haya llegado a este lugar…


sábado, 1 de mayo de 2010

La Fuerza de las Palabras.

Observo la hora, y pienso que debería irme a dormir. Pero me gustaría ser capaz de transmitir la idea que me ha estado rondando por la cabeza... Una que está unida a muchas otras, como la rama de un inmenso árbol. Y todo tiene que ver con las palabras.

Soy una persona bastante impresionable. Me cuesta distinguir ciertas ironías, bromas, o frases con sentido oculto. Peco de ingenuo; y eso es algo que últimamente se paga muy caro en el mundo en que vivimos, cuyo sistema social radica en buena parte en superar a los demás. Es decir, pisotear y embaucar al resto, mentir y traicionar. ¿Que no? Vamos, seamos sinceros; tal vez no de forma tan tan directa, peeeeero es así.

Volviendo a mí mismo (que para algo estoy escribiendo yo, vamos), si hay algo que me afecta de verdad son las mismas palabras y su contenido. Es algo... Raro. Es decir, la fuerza que las palabras actúan sobre mí puede conseguir que esté varias semanas/meses desanimado, y en otras ocasiones abren todo un universo dentro de mi pensamiento. Me explicaré; sencillamente, me creo las palabras. Cuando leo algo, lo considero una verdad fundamental (tampoco soy tan crédulo, pero en general es así) y automáticamente una imagen idealizada aparece en mi mente. Esto es, desde siempre considero que tengo una buena imaginación, y si unes eso al hecho de que me impresionen las palabras, tienes una cosa que de primeras parece buena... Pero no hay negro y blanco en este mundo.
Me cuesta ver la mentira en palabras, las historias tristes, dramáticas, o de contenidos violentos alteran mi psique. Recuerdo que una vez leí el relato de una violación, y estuve cerca de dos meses medio traumatizado al respecto. Recuerdo ver una serie anime (Neon Genesis Evangelion, para los entendidos) y estuve dudando tres semanas sobre el motivo de mi existencia. Eso, unido a mi acostumbrado pesimismo, forman un cóctel bastante chocante.

Bueno... Pero no todo es malo. La ventaja que me ha dado esa capacidad de imaginación unida al impresionismo de las palabras (y mucho, quizá demasiado, tiempo libre) es poder soñar historias. Digo soñar, y no escribir, porque en mi imaginación soy excesivamente perfeccionista. Comencé a soñar mis historias con 12-13 años... Y aún no he redactado un borrador adecuado. ¿Y por qué, podéis preguntaros? Simplemente porque si releo lo escrito encuentro fallos y obtengo ideas nuevas del éter (o inspiración divina de mí mismo). Y bueno... Digamos que no es fácil lo que ronda por mi cabeza. Es decir... Contemplo un universo con multitud de seres viviendo en él, con más de... ¿Dos, tres mil años de historia? Posiblemente. Si quisiera explicar todo lo que tengo en mi mente... Quizá pudiera, pero una vez que lo hice de forma oral, tardé cerca de hora y media y me faltaban muchos cabos sueltos que resolver.

Hm... Pero realmente me gustaría comentaros un poco, a ver si alguien encuentra algo de sentido a lo que pienso y puede comentarme algo... Allá vamos:




Olvida todo lo que conoces y sabes. Aléjate de este universo, olvida las leyes y las normas, y vaga por lugares a los que nunca llegarás. Viaja más allá del mundo, hacia las corrientes de la imaginación... Allá comienza lo que narro ahora:

Imagina un universo; de forma idealizada, olvida las leyes físicas. Aquí no existe nada que tú conozcas salvo lo que leas a continuación. Este lugar, que denominaremos Universo (con esta palabra designaremos todo este lugar) comprende una gran cantidad de Planos de Existencia. Para ti, quizá fueran planetas, pero cada Plano de Existencia posee lo que tú llamas Planetas. Superpuestos entre sí, juntos y separados, conforman una miríada de posibilidades diferentes de creación y de vida. Imagina ahora que todo ello ya está ahí, y que la vida, tal y como tú la conoces, comienza. Adentrémonos...

Un Plano de Existencia. Un mundo habitado por una sola raza de seres. Han evolucionado desde su creación y han alcanzado una tecnología y habilidades tal que pueden viajar por muchos otros Planos de Existencia. Encuentran nuevos mundos, llenos de vida salvaje de formas tan abstractas que apenas pueden entenderlas... Pero no encuentran vida inteligente, no como ellos. Poco a poco, en sus mentes se alberga la idea de que solo están ellos, y comienzan a expandirse más y más, sacrificando su cordura en cada viaje que los aleja más de su hogar. Transforman aquellos lugares inhabitables para su subsistencia, y siguen avanzando, buscando compañía en todo el vasto lugar que los alberga... Sin éxito.
Ahora, imagina que pasan miles de años... Esa raza se ha vuelto literalmente loca y se ha sumergido en el caos absoluto. La sola idea de la soledad absoluta vuelve a millones de seres contra sí mismos, contra sus familias y contra todo su orden establecido. Cientos de mundos se hacen pedazos por guerras sin sentido, la mutación, la locura, la creencia en entidades imaginarias, las enfermedades artificiales arrasan con los miles de billones de criaturas, trastornándolas y modificándolas para siempre... Volviéndolas sedientas de sangre y muerte, dándoles la fuerza que carecían para ello. Ya no podemos decir como se llamaban o como eran... Porque hay tanta variedad, gracias a sus propias locuras, que no se puede decir que solo haya una raza en este universo. Ahora, hay caos.

Dime: ¿Llamarías a eso el mal absoluto, o solamente un destino trágico? Pero sigamos... Es hora de que siga formándose el mundo que quiero relataros...
En este universo existe una zona en concreta denominada simplemente "El Abismo", por ser el lugar más alejado de todos los accesibles. ¿Puedes imaginar este universo como una gigantesca pila de folios? El Abismo es el último de esos folios, excepcionalmente ancho.

Pues bien; en ese Abismo hay una grieta, una sima, un agujero... Como desees llamarlo; es de dimensiones tales que tú ahora lo conocerás como el Abismo tras el Abismo. Es un punto que aquellos seres enloquecidos nunca vieron, tal vez un error de un vigilante, o simplemente porque estaba muy, muy lejos. Y nadie esperaría que algo existiera allí.Pero nadie había pensado en que no fuera más que una ruta de paso para acceder a...

No, no, no, no estás preparado, ni tú, ni yo, para saber lo que hay debajo. No todavía. Volvamos hacia arriba.

Desde el Abismo tras el Abismo, surgieron otros seres distintos. Tú y yo, probablemente los llamásemos Dioses. Así es como llamamos a seres de poder inconmensurable, capaces de alterar a su voluntad, de hacer y deshacer. ¿No es cierto? Pero volvamos...

Imagina que realmente, surgen Dioses desde dicho Abismo. Algunos llegan en grupos, otros, de forma separada. No son más que una treintena, tal vez menos... ¿Quieres que te haga una breve descripción de algunos? Bien.

"Ascendió desde la oscuridad, y sus ojos observaron con detenimiento su alrededor. Tanto vacío, tanta oscuridad, que ni siquiera los detalles ornamentados de su toga, estrellas del Abismo, podían verse. Solo sabía donde se encontraba porque lo sabía, por la determinación que siempre la había caracterizado. Sus cabellos eran rubios aún en la oscuridad, y sus ojos brillaban con la intensidad de las estrellas jóvenes del universo. Era joven para los de su raza, como el resto de los que estaba junto a ella. No eran más que cinco, Vayne Luz de Justicia, Thoram el Imparable, Nairye la Constructora, Zeam el Guardián, y Xezhania la Inspiradora."

Como puedes imaginarte, en aquella raza, tan variopinta como la otra, tenían costumbre el dar un sobrenombre acorde a las capacidades excepcionales que cada uno demostraba. Podéis imaginaros sus habilidades, pero yo relataré su aspecto. Pues aunque os pueda sonar extraño, más adelante tendrá sentido que vosotros y yo sepamos todo esto, ya que aquellos que adorarán a estas entidades los conocerán en persona, y sabrán sus relatos.

Vayne alzó su vista, y sintió la presencia de sus hermanos. Cuatro, y de los más jóvenes de aquellos que habían partido desde aquel lugar.
- Nosotros no avanzaremos todavía. Erigiremos aquí nuestro nuevo hogar. - dijo Vayne, en cuanto los otros cuatro se acercaron lo suficiente.
- No hay nada. ¿Por qué hemos de crear algo donde no hay nada? - dijo Thoram.
- Es preciso comenzar algo para que la nada sea todo, y el vacío desaparezca... - susurró Xezhania. Los otros Dioses asintieron a su juicio, y consideraron que era preciso comenzar.


Erigirían lo que más tarde se conocería como la Fortaleza sobre el Abismo.


Mucho, mucho más lejos de donde se encontraba aquel pequeño grupo, otro conjunto de Dioses se encontraba reunido, debatiendo. Sus largas barbas denotaban su vejez, miles de años de sabiduría, experiencia... Y astucia. Sus aspectos variaban pero el brillo en sus ojos no; todos estaban de acuerdo en lo que debían lograr y obtener. Así nació el Panteón.


En el otro extremo del universo, tres Dioses solitarios se encontraron. Decidieron que lo que habían visto era el caos absoluto, y era preciso contrarrestarlo. Así nació el Plano de Existencia más joven, llamado simplemente Astral.


Pero todo esto no sucedió en vano. Y por los originarios del lugar, fue percatado. Aquellos seres, que serían llamados por los Dioses de muchas maneras, vieron el orden que habían traído. Ya no eran aquellas criaturas que se hubieran maravillado de conocer a otras criaturas, inteligentes y con raciocinio. Ahora, querían deleitarse en su sangre y con su poder, para obtener aún más formas de matarse unos a otros. Demonios, fueron llamados, "los Sedientos de Todo".
No es difícil pensar que al mezclar Demonios con Dioses, el conflicto había nacido. Un conflicto terrible y descomunal, que hacía temblar con cada batalla la estabilidad del mismo universo. Los Dioses sabían que podían huir si era preciso, pero su orgullo se lo impedía; les daba igual el hecho de que ellos eran los invasores. Ellos estaban en su hogar y sus dominios, y no se retirarían fácilmente. Y su naturaleza como seres de un poder muy superior de forma individual al de un demonio no hacía más que aumentar su ego.

La guerra duró cientos de años. Hasta que uno de los Dioses solitarios decidió llamar a las fuerzas de su propio hogar. En secreto, conjuró las Leyes Primordiales, que toda cosa o ser debe respetar... O eso pensaban los Dioses. En aquel universo, lo que debía haber causado la muerte inmediata de todos los Demonios se volvió una espiral de energía, odio, maldad y codicia, que atrajo de forma irremediable a todos los Demonios... Y al Dios Solitario, enviándolos a un nuevo Plano de Existencia, mucho más alejado del resto. Pero antes de enfrentarse a una eternidad de supervivencia y huida, el Dios Solitario decidió pagar por su error; volvió a conjurar las Leyes Primordiales, y su cuerpo inmortal se hizo pedazos. Los fragmentos de su cuerpo tocaron la grieta que había formado, y la sellaron, alejando para siempre a los habitantes originales de su propio universo...

Entonces fue cuando los Dioses comenzaron a crear vida de nuevo, pensando que era el momento de una nueva Era. La de los Dioses...



Esto, mis lectores, solo es el comienzo. Aún ni siquiera hemos empezado con los que son los protagonistas de la historia... Solamente hemos empezado el viaje, y hemos visto el inicio de la Era que veremos con el devenir del tiempo. Podemos pensar en qué sucedió más atrás, cuál era el nombre de la raza que se volvió Demonio, como son esos Dioses, por qué creéis que tendrán formas humanoides (la tienen), y muchas más... Pero lo interesante de verdad, es lo que viene, no lo anterior... Ya que algo ha de haber, algo ha de existir, para que los Dioses no sean Demonios, y el ciclo de locura se repita eternamente...