sábado, 1 de mayo de 2010

La Fuerza de las Palabras.

Observo la hora, y pienso que debería irme a dormir. Pero me gustaría ser capaz de transmitir la idea que me ha estado rondando por la cabeza... Una que está unida a muchas otras, como la rama de un inmenso árbol. Y todo tiene que ver con las palabras.

Soy una persona bastante impresionable. Me cuesta distinguir ciertas ironías, bromas, o frases con sentido oculto. Peco de ingenuo; y eso es algo que últimamente se paga muy caro en el mundo en que vivimos, cuyo sistema social radica en buena parte en superar a los demás. Es decir, pisotear y embaucar al resto, mentir y traicionar. ¿Que no? Vamos, seamos sinceros; tal vez no de forma tan tan directa, peeeeero es así.

Volviendo a mí mismo (que para algo estoy escribiendo yo, vamos), si hay algo que me afecta de verdad son las mismas palabras y su contenido. Es algo... Raro. Es decir, la fuerza que las palabras actúan sobre mí puede conseguir que esté varias semanas/meses desanimado, y en otras ocasiones abren todo un universo dentro de mi pensamiento. Me explicaré; sencillamente, me creo las palabras. Cuando leo algo, lo considero una verdad fundamental (tampoco soy tan crédulo, pero en general es así) y automáticamente una imagen idealizada aparece en mi mente. Esto es, desde siempre considero que tengo una buena imaginación, y si unes eso al hecho de que me impresionen las palabras, tienes una cosa que de primeras parece buena... Pero no hay negro y blanco en este mundo.
Me cuesta ver la mentira en palabras, las historias tristes, dramáticas, o de contenidos violentos alteran mi psique. Recuerdo que una vez leí el relato de una violación, y estuve cerca de dos meses medio traumatizado al respecto. Recuerdo ver una serie anime (Neon Genesis Evangelion, para los entendidos) y estuve dudando tres semanas sobre el motivo de mi existencia. Eso, unido a mi acostumbrado pesimismo, forman un cóctel bastante chocante.

Bueno... Pero no todo es malo. La ventaja que me ha dado esa capacidad de imaginación unida al impresionismo de las palabras (y mucho, quizá demasiado, tiempo libre) es poder soñar historias. Digo soñar, y no escribir, porque en mi imaginación soy excesivamente perfeccionista. Comencé a soñar mis historias con 12-13 años... Y aún no he redactado un borrador adecuado. ¿Y por qué, podéis preguntaros? Simplemente porque si releo lo escrito encuentro fallos y obtengo ideas nuevas del éter (o inspiración divina de mí mismo). Y bueno... Digamos que no es fácil lo que ronda por mi cabeza. Es decir... Contemplo un universo con multitud de seres viviendo en él, con más de... ¿Dos, tres mil años de historia? Posiblemente. Si quisiera explicar todo lo que tengo en mi mente... Quizá pudiera, pero una vez que lo hice de forma oral, tardé cerca de hora y media y me faltaban muchos cabos sueltos que resolver.

Hm... Pero realmente me gustaría comentaros un poco, a ver si alguien encuentra algo de sentido a lo que pienso y puede comentarme algo... Allá vamos:




Olvida todo lo que conoces y sabes. Aléjate de este universo, olvida las leyes y las normas, y vaga por lugares a los que nunca llegarás. Viaja más allá del mundo, hacia las corrientes de la imaginación... Allá comienza lo que narro ahora:

Imagina un universo; de forma idealizada, olvida las leyes físicas. Aquí no existe nada que tú conozcas salvo lo que leas a continuación. Este lugar, que denominaremos Universo (con esta palabra designaremos todo este lugar) comprende una gran cantidad de Planos de Existencia. Para ti, quizá fueran planetas, pero cada Plano de Existencia posee lo que tú llamas Planetas. Superpuestos entre sí, juntos y separados, conforman una miríada de posibilidades diferentes de creación y de vida. Imagina ahora que todo ello ya está ahí, y que la vida, tal y como tú la conoces, comienza. Adentrémonos...

Un Plano de Existencia. Un mundo habitado por una sola raza de seres. Han evolucionado desde su creación y han alcanzado una tecnología y habilidades tal que pueden viajar por muchos otros Planos de Existencia. Encuentran nuevos mundos, llenos de vida salvaje de formas tan abstractas que apenas pueden entenderlas... Pero no encuentran vida inteligente, no como ellos. Poco a poco, en sus mentes se alberga la idea de que solo están ellos, y comienzan a expandirse más y más, sacrificando su cordura en cada viaje que los aleja más de su hogar. Transforman aquellos lugares inhabitables para su subsistencia, y siguen avanzando, buscando compañía en todo el vasto lugar que los alberga... Sin éxito.
Ahora, imagina que pasan miles de años... Esa raza se ha vuelto literalmente loca y se ha sumergido en el caos absoluto. La sola idea de la soledad absoluta vuelve a millones de seres contra sí mismos, contra sus familias y contra todo su orden establecido. Cientos de mundos se hacen pedazos por guerras sin sentido, la mutación, la locura, la creencia en entidades imaginarias, las enfermedades artificiales arrasan con los miles de billones de criaturas, trastornándolas y modificándolas para siempre... Volviéndolas sedientas de sangre y muerte, dándoles la fuerza que carecían para ello. Ya no podemos decir como se llamaban o como eran... Porque hay tanta variedad, gracias a sus propias locuras, que no se puede decir que solo haya una raza en este universo. Ahora, hay caos.

Dime: ¿Llamarías a eso el mal absoluto, o solamente un destino trágico? Pero sigamos... Es hora de que siga formándose el mundo que quiero relataros...
En este universo existe una zona en concreta denominada simplemente "El Abismo", por ser el lugar más alejado de todos los accesibles. ¿Puedes imaginar este universo como una gigantesca pila de folios? El Abismo es el último de esos folios, excepcionalmente ancho.

Pues bien; en ese Abismo hay una grieta, una sima, un agujero... Como desees llamarlo; es de dimensiones tales que tú ahora lo conocerás como el Abismo tras el Abismo. Es un punto que aquellos seres enloquecidos nunca vieron, tal vez un error de un vigilante, o simplemente porque estaba muy, muy lejos. Y nadie esperaría que algo existiera allí.Pero nadie había pensado en que no fuera más que una ruta de paso para acceder a...

No, no, no, no estás preparado, ni tú, ni yo, para saber lo que hay debajo. No todavía. Volvamos hacia arriba.

Desde el Abismo tras el Abismo, surgieron otros seres distintos. Tú y yo, probablemente los llamásemos Dioses. Así es como llamamos a seres de poder inconmensurable, capaces de alterar a su voluntad, de hacer y deshacer. ¿No es cierto? Pero volvamos...

Imagina que realmente, surgen Dioses desde dicho Abismo. Algunos llegan en grupos, otros, de forma separada. No son más que una treintena, tal vez menos... ¿Quieres que te haga una breve descripción de algunos? Bien.

"Ascendió desde la oscuridad, y sus ojos observaron con detenimiento su alrededor. Tanto vacío, tanta oscuridad, que ni siquiera los detalles ornamentados de su toga, estrellas del Abismo, podían verse. Solo sabía donde se encontraba porque lo sabía, por la determinación que siempre la había caracterizado. Sus cabellos eran rubios aún en la oscuridad, y sus ojos brillaban con la intensidad de las estrellas jóvenes del universo. Era joven para los de su raza, como el resto de los que estaba junto a ella. No eran más que cinco, Vayne Luz de Justicia, Thoram el Imparable, Nairye la Constructora, Zeam el Guardián, y Xezhania la Inspiradora."

Como puedes imaginarte, en aquella raza, tan variopinta como la otra, tenían costumbre el dar un sobrenombre acorde a las capacidades excepcionales que cada uno demostraba. Podéis imaginaros sus habilidades, pero yo relataré su aspecto. Pues aunque os pueda sonar extraño, más adelante tendrá sentido que vosotros y yo sepamos todo esto, ya que aquellos que adorarán a estas entidades los conocerán en persona, y sabrán sus relatos.

Vayne alzó su vista, y sintió la presencia de sus hermanos. Cuatro, y de los más jóvenes de aquellos que habían partido desde aquel lugar.
- Nosotros no avanzaremos todavía. Erigiremos aquí nuestro nuevo hogar. - dijo Vayne, en cuanto los otros cuatro se acercaron lo suficiente.
- No hay nada. ¿Por qué hemos de crear algo donde no hay nada? - dijo Thoram.
- Es preciso comenzar algo para que la nada sea todo, y el vacío desaparezca... - susurró Xezhania. Los otros Dioses asintieron a su juicio, y consideraron que era preciso comenzar.


Erigirían lo que más tarde se conocería como la Fortaleza sobre el Abismo.


Mucho, mucho más lejos de donde se encontraba aquel pequeño grupo, otro conjunto de Dioses se encontraba reunido, debatiendo. Sus largas barbas denotaban su vejez, miles de años de sabiduría, experiencia... Y astucia. Sus aspectos variaban pero el brillo en sus ojos no; todos estaban de acuerdo en lo que debían lograr y obtener. Así nació el Panteón.


En el otro extremo del universo, tres Dioses solitarios se encontraron. Decidieron que lo que habían visto era el caos absoluto, y era preciso contrarrestarlo. Así nació el Plano de Existencia más joven, llamado simplemente Astral.


Pero todo esto no sucedió en vano. Y por los originarios del lugar, fue percatado. Aquellos seres, que serían llamados por los Dioses de muchas maneras, vieron el orden que habían traído. Ya no eran aquellas criaturas que se hubieran maravillado de conocer a otras criaturas, inteligentes y con raciocinio. Ahora, querían deleitarse en su sangre y con su poder, para obtener aún más formas de matarse unos a otros. Demonios, fueron llamados, "los Sedientos de Todo".
No es difícil pensar que al mezclar Demonios con Dioses, el conflicto había nacido. Un conflicto terrible y descomunal, que hacía temblar con cada batalla la estabilidad del mismo universo. Los Dioses sabían que podían huir si era preciso, pero su orgullo se lo impedía; les daba igual el hecho de que ellos eran los invasores. Ellos estaban en su hogar y sus dominios, y no se retirarían fácilmente. Y su naturaleza como seres de un poder muy superior de forma individual al de un demonio no hacía más que aumentar su ego.

La guerra duró cientos de años. Hasta que uno de los Dioses solitarios decidió llamar a las fuerzas de su propio hogar. En secreto, conjuró las Leyes Primordiales, que toda cosa o ser debe respetar... O eso pensaban los Dioses. En aquel universo, lo que debía haber causado la muerte inmediata de todos los Demonios se volvió una espiral de energía, odio, maldad y codicia, que atrajo de forma irremediable a todos los Demonios... Y al Dios Solitario, enviándolos a un nuevo Plano de Existencia, mucho más alejado del resto. Pero antes de enfrentarse a una eternidad de supervivencia y huida, el Dios Solitario decidió pagar por su error; volvió a conjurar las Leyes Primordiales, y su cuerpo inmortal se hizo pedazos. Los fragmentos de su cuerpo tocaron la grieta que había formado, y la sellaron, alejando para siempre a los habitantes originales de su propio universo...

Entonces fue cuando los Dioses comenzaron a crear vida de nuevo, pensando que era el momento de una nueva Era. La de los Dioses...



Esto, mis lectores, solo es el comienzo. Aún ni siquiera hemos empezado con los que son los protagonistas de la historia... Solamente hemos empezado el viaje, y hemos visto el inicio de la Era que veremos con el devenir del tiempo. Podemos pensar en qué sucedió más atrás, cuál era el nombre de la raza que se volvió Demonio, como son esos Dioses, por qué creéis que tendrán formas humanoides (la tienen), y muchas más... Pero lo interesante de verdad, es lo que viene, no lo anterior... Ya que algo ha de haber, algo ha de existir, para que los Dioses no sean Demonios, y el ciclo de locura se repita eternamente...

1 comentario:

  1. No habrá diferencia alguna entre ambos seres: Dioses y Demonios, porque no hay inicio ni fin en la secuencia de cualquier Universo. Ni siquiera debería considerarse como ciclo infinito.

    Lo que deberían buscar no habría de ser 'vida', sino su propia 'raison de'tre'. Una vez encontrada, el universo se definiría como [X] y no como (?).

    ResponderEliminar