viernes, 17 de agosto de 2012

Cuando la Locura despierta.

Las tres figuras se contemplaban unas a otras, en aquel páramo desolado. Retazos de un metal plateado, cual piedras en un desierto, iluminaban la inmensidad que era aquel lugar. Una llama blanca se encontraba en el centro de las tres figuras, donde podían ver aquella figura que representaba su enemigo, preparado para aniquilarlos en un instante. Las tres figuras, las representaciones de un mismo cuerpo, ahora arrodillado frente a su mortal enemigo.

B - No podremos ganar. - La figura más alta hablaba lentamente, pero con absoluta claridad.
Z - Oh, gran aclaración, mi monstruoso y gigante compañero de fatigas... A, dependemos de ti. - La menor de las presencias hablaba con grandilocuencia e ironía, nunca dándose a entender de forma evidente.
A - Hemos gastado nuestras fuerzas. Nosotros no podemos seguir combatiendo. - La figura intermedia, la principal, no despegaba sus ojos de las llamas... Y temblaba.
B - Nunca hemos llegado a est-... A. He combatido junto a ti por muchos años, he sentido lo que tú sientes. Ira, lujuria, bondad, cólera... Pero esta sensación, no puedo comprenderla, es demasiado inmensa.
Z - Es miedo... ¿Cómo? ¿Por qué? No es la primera vez que enfrentamos al Aurem Oscuro... Aunque esta vez no tenemos escapatoria.
A - No... No es por él.
B - ¿Y entonces?
A - ... Es por lo que tendré que hacer. - Todo el páramo tembló por unos instantes, y la llama blanca se apagó, antes de que el estremecimiento comenzara a incrementarse, en fuerza y velocidad.
Z - Esto... ¿Qué es esto...?
B - A, ¡estás loco!
? - ¡NO! ¡TODOS AHORA ESTAMOS LOCOS! - Una risa atroz inundó el lugar conforme las grietas se hacían inmensas y una oscuridad acuosa rodeó y atrapó a las tres figuras, en el centro de la estancia que comenzaba a cambiarse, pasando del páramo al interior de un volcán muerto...

Fuera, en el campo de batalla, la conversión se hacía evidente. La lanza del Aurem Oscuro se bloqueó de repente, por una mano envuelta en oscuridad. La bella figura que antaño era A, apartó con una fuerza brutal al atroz enemigo, mientras la transformación se aceleraba. Chilló al cielo, mientras su boca se desencajaba y una marea negra surgió de esta, cubriendo el cuerpo de piel negra y haciéndolo retorcerse de dolor.
 La piel comenzó a desprenderse, al igual que la larga melena blanca. La marea negra comenzó a solidificarse, definiendo la nueva forma, algo más baja y enclenque... Que dejaba completamente a la vista los supuestos músculos y conductos circulatorios de la nueva criatura. Sus dedos se destrozaron, y unas cuchillas de 30 cms surgieron en donde debieran estar sus dedos, creando dos garras enormes. 
Los ojos de la bestia no eran más que unas manchas blanquecinas en el rostro ahora sin nariz, y la boca desencajada, desprovista de labios, lengua o dientes, era mortalmente afilada, lo que debían ser sus labios tenían forma de sierra. Los aullidos de dolor ahora solo eran la risa de un maníaco... Del maníaco que había decidido ser.

B - Qué... Qué es esto...
Z - Increíble. Por el Norte y la Madre... Siento cómo ha puesto todo tu cuerpo en sobrecarga. Ningún ser vivo debería resistir esta velocidad, nos está consumiendo pero a la vez... No.
A - Daemon Prima, Clase Cosechador. Portador de la Tierra Negra.
Z y B - ¡¿Qué!?

Entonces, la voz desgarradora del Cosechador atravesó el volcán muerto, haciendo temblar a las tres entidades a la vez.
C - ¡Destruir, destruirlo a todo y a todos! ¡Existo para esto! ¡Mataré por esto! ¡Moriré por esto!

La risa de la locura también se escuchaba en el exterior, mientras la nueva figura se deslizaba por el campo de batalla, dejando que sus garras cantaran con la muerte de todos por igual. Carne, sangre, hueso, alma... Todo lo consumía y era destruido, su boca devoraba, las garras troceaban... Y la risa jamás se detenía. Tal era el precio por la victoria... 

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