Durante muchos años he combatido a los Daemon en todas sus formas. Grotescos, angelicales, minúsculos, gigantescos... No hay forma que no deje de sorprenderme, al fin y al cabo, por el extremo odio que las embriaga. Salvo las ramas más cercanas al origen de la raza, más puras, todas las demás se han abandonado al odio. Son, sin duda, el extremo completo de la maldad y el odio.
A veces, he contemplado mundos donde predican sobre estos extremos. Que así como existen los demonios, existen los ángeles, fuerzas del bien que combaten contra la oscuridad, generando así un Balance en los Planos de Existencia. Cada vez que lo escucho, me dan ganas de vomitar.
¿Balance? ¿Equilibrio? ¿Fuerzas del Bien? Nadie mejor que yo, eterno vigilante, para atestiguar la falsedad de dichas palabras. Existe un extremo, sin duda. Pero jamás tendrá un opuesto pero contrario. Sencillamente porque es demasiado hábil, demasiado inteligente, aún en su brutalidad y su locura. Aquellos que aparentan luchar por el bien, suelen ser agentes del caos, bien disfrazados. Nada mejor que el mismo bando enemigo, para suprimir las semillas que podrían prosperar...
Por ello, no existe el equilibrio. Todo ha estado sumido en el caos desde el Primer Conflicto, siempre ha vencido el mal. Mal... Difícil es nombrarlo así. Sencillamente, son aquellos que se oponen a nuestros deseos, aquello que prospera a nuestra costa. Parásitos, devoradores, corruptores... Depredadores de todo lo sano y fértil. Si, eso sería una descripción de lo que son ellos, desde nuestro punto de vista.
Pero no hay opuesto. No existe un ejército de seres celestiales, paragones de la luz y la bondad, que rechazan las llamas oscuras con una fría resolución. No hay Dios bondadoso, solo Aurems, que resultan casi peor que los propios Daemon. Dioses para las razas que crearon que juguetean con ellas, su juguete predilecto. No hay nada que divierta más a un Aurem que contemplar el avance de la raza que haya creado, ver cómo se destruye a sí misma, como muere, o como es destruida por otros. Juegos de niños en un alcance planetario. ¿Esos son los líderes del bien?
No existe el opuesto a la maldad. Solamente existe esta, y aquellos raros seres que ansían ver más allá, o que se oponen a esta de tal forma, que comienzan a ser un estorbo. Y cuando esto sucede, la corrupción se hace cargo. El mejor arma al servicio del caos, embelesa a los más débiles de carácter, y hacen que apuñalen a sus mejores amigos por la espalda. Oh, sin duda... Las voces que luchan contra el mal suelen ser acuchilladas en una noche sin luna.
¿Por qué lucho? ¿Por qué sigo adelante? A veces opino que lo hago sencillamente porque es lo que he hecho durante toda mi existencia. Otras, sencillamente, por egoísmo. Porque no deseo su victoria. Así son las criaturas de estos mundos, egoístas y tontas. Aquellos que tengan altas expectativas... Deberían plantearse el huir. Huir para siempre, pues el mal siempre acecha, siempre consume. No existe límite que no puedan traspasar, ya no, pues han caído todos aquellos que, por algún motivo, los contenían. Ya no hay escapatoria, ya no hay solución. Comienza el baño de sangre.
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