miércoles, 8 de agosto de 2012

Vuelta a comenzar





Escúchalo... ¿Lo sientes? Es el viento del cambio. Si, sé que huele como siempre; podredumbre, contaminación, miedo. Pero esta vez, es distinto. Dejar de pensar, y siente. Escúchalo ahora... Así, si. Estás escuchando el clamor. No lo oyes claramente. ¿Sabes por qué? Porque te han enseñado a no escucharlo. Pero ahora, lo estás sintiendo. ¿Sientes ese fuego en tu sangre? ¿Ese ardor en tu pecho? Si, has hecho lo que no quieren que hagas. Te has infestado por el fuego de la esperanza. Y ahora, te temen.


Hace ya tantos años que los mismos imbéciles dominan el mundo, que nadie intenta hacer algo por ello. Obtuvieron su poder por la fuerza, cómo no. No eran listos, no eran sabios; sabían a quién tenían que espolear, a qué perros dominar y a qué cerebros envenenar con dinero y promesas de poder. Así, se alzaron sobre todos los demás, y parasitaron todo. Las ciudades cayeron, todos aquellos que se oponían iban siendo ejecutados y destruidos sin más. Eran emperadores de un mundo decadente y muerto.


Sin embargo, todavía temían. Pensaron que quizá, en alguna sombra que no habían mirado, bajo una falsa puerta que no habían encontrado, o empleando un código que ellos desconocían, se gestaba algo, una ofensa. A pesar de que fuera imposible tocarlos, su miedo paranoico prosperó. Entonces, decidieron poner al mismísimo dios de su parte... No a ninguno que conozcas; ellos destruyeron las religiones hace mucho tiempo. ¿Que de qué dios hablaban, entonces? Querían hacer uno.


¿Te sorprende? En este mundo, todo puede hacerse con dinero. Incluso la vida. Así que los señores del mundo decidieron crear un dios, un ser perfecto... Para ellos. No pensaban hacer un ser humano, que podría tener remordimientos, o sentir pena, o miedo, no. Debía ser una máquina de matar fiel, sumisa, pero indestructible. El arma definitiva, la muerte hecha en metal y carne sintética. Solo obedecería a los emperadores del mundo, y de ese modo, existiría un dios, si. Un dios de la muerte, que arrasaría con todo aquel que se opusiera, y sería tan poderoso y terrible, que nadie jamás podría vencerlo, que no habría arma capaz de amenazar el poder ya atesorado. Un dios, esa, era el arma final.


Pero ah, el destino juega muchas malas pasadas, ¿lo sabías? Al menos para ellos, esa vez, el destino no les sonrió. Quizá se cansó de que siempre les fuera bien, quizá, simplemente se aburría... Pero sucedieron dos errores fundamentales... El primero, que los encargados de la construcción de ese dios, eran muy inteligentes y sabios... Aún a riesgo de sus vidas, no harían una criatura como les habían pedido... Y nadie podía verlos; estaban tan bien aislados que eran dueños de sus acciones. El segundo error... Fue aún más inexplicable. ¿Cómo puede sustituirse un núcleo sintético de titanio-silicio por un meteoro extraterrestre que contenía retazos de una criatura tan terrible que alteró al proyecto de criatura por siempre? Nadie sabría decirlo...


Lo que sí podemos decir, es que eso pasó hace miles de años. Este mundo supo que existía lo que habíamos llamado magia, y comenzó a experimentar. Los emperadores fueron destruidos por otros, que tomaron sus mismas riendas, y el abuso continuó. 2200 años de abuso... Hasta que volvió a renacer la esperanza. La sientes en el pecho, vibra en tu cuerpo. Has tenido miedo toda tu vida... Y ahora no lo tienes. No somos más que escoria para su mundo de dominación total, no estamos dentro de sus planes. Por eso, cuando nos levantemos todos, y sigamos al portador del fuego, no podrán superarnos. Porque en su mundo ideal, los apestados no tienen poder... Y eso ya no es así.

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