lunes, 12 de noviembre de 2012

Nunca mires atrás... Si tienes esperanzas.

Es tarde. Ya es demasiado tarde. Corres, corres sin mirar atrás. Porque sabes que en el momento en que lo hagas, estarás perdido. Corres, corres hasta que te parece que te han acuchillado el pecho. Solo la idea de que eso podría hacerse real ahora mismo te permite correr... Atraviesas la puerta, golpeándote con el borde y dejando uno de tus brazos entumecido. Nada, no hay nadie. Toda la planta principal del Aulario está vacía... Escuchas ese grito, ese graznido inhumano, ese ulular demoníaco... A tu espalda. Las palmeras se agitan, varias hojas caen de golpe con la racha de viento que precede su llegada.

El temor te invade; correr hacia abajo, todo está oscuro, no queda nadie. Hacia arriba, tal vez haya alguna salida. Te guías por la luz, las luces encendidas... Doce pasos después estás en el primer piso, y otros doce, estás en lo más alto. Es entonces cuando eso entra dentro del aulario, el cristal de la puerta salta en mil pedazos. Esos chasquidos, y los gritos que arroja, hacen que tu espalda se estremezca, como si hubieran arrojado una bolsa de cubitos de hielo por tu espalda. Rápido, tiene que haber una salida... Podrías romper la puerta del Oficial de Laboratorio y coger los soldadores, seguro que ese calor tiene que hacerle algo... O quizá, intentar probar los telé-

¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARK!

Tarde. Lo tienes casi detrás tuya. Corres, vuelves a correr. Podrías intentar saltar hacia las palmeras, pero eres demasiado cobarde como para hacerlo, temes fracturarte o cortarte, a pesar de que estás a punto de morir. Entonces, una revelación... Las salidas de emergencia! Haces un sprint hasta una de ellas, y fuerzas la puerta. Entras, antes de que eso llegue al piso.

Intentas calmarte; quizá pueda oír tu corazón extremadamente acelerado. Poco a poco, conforme bajas las angostas escaleras, tus pulsaciones se relajan. ¿Qué es eso? ¿Por qué te persigue? ¿Por qué no hay nadie más? Entonces, caes en la cuenta. El rojo, la lluvia. No llovía calima. Llovía sangre.

¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARK!

Te giras, lo ves. Tu cuerpo tiembla, cansado, aturdido, incapaz de siquiera caerse al suelo. Esa monstruosidad, esa criatura inhumana, imposible, no puede ser real. Esas garras afiladas, esos dientes, aún masticando carne y hueso... ¡No puede ser real!

Tu sangre, surgiendo tras una de las puertas de incendios, y tus chillidos de agonía, mientras mueres, solo, en un angosto pasillo de emergencia...Dice todo lo contrario.

sábado, 10 de noviembre de 2012

CdD - El Segador (I)

El libro con vida propia despliega sus páginas, abriendo aquellas que desea mostrar. Muchos han muerto o han enloquecido por su mera visión... ¿Te atreves? ¿Crees que merece la pena? Muchos poderes otorgan las palabras, pero también maldiciones. Avisado quedas... Las Crónicas del Daemon jamás han dejado indiferentes...


Xeniam Akran  - El Segador - Hijo del Ejecutor

De entre las amenazas latentes para el Resurgir Daemon, pocos elementos aparte de los odiados Aurem hay peores que el Ejecutor, y todo lo que de él sobrevive. Por supuesto, su propio vástago es el más perjudicial y nocivo para nosotros. Quizá, tanto como él mismo, si no conseguimos asesinarlo del todo antes.

Por supuesto, no es tarea fácil. Por empezar, donde el padre era una criatura construida mediante ciencia, el hijo ha sido formado por magia y ciencia. Lo que nuestros vivisectores descubrieron en la dulce época en la que fue una amenaza suprimida era especialmente revelador...

El cuerpo del Segador, alimentado y formado por magia, no requiere de más que de su propia magia interna, alimentada por sí mismo. Carece de tracto digestivo, órganos excretores... No tiene demasiada diferencia con respecto a su progenitor, salvo que este había sido construido mecánicamente; el Segador sigue un proceso más refinado. Hermoso, podríamos decir, siendo los maestros absolutos del despiece y la mutilación, resultó una experiencia muy fructífera desmontarlo y volverlo a montar numerosas veces... En vida, por supuesto. De otro modo no sería divertido.

Mediante esta continua experimentación, descubrimos que, a diferencia del Ejecutor, el potencial como catalizador de energías externas del Xeniam es prácticamente infinito. No tenemos demasiado claro para qué querría ese mil veces maldito hacer que su hijo pudiera conducir energía, pero fue divertido arrojar rayos a su cuerpo y ver cómo se expandían por todas partes. Recoger sus pedazos era un poco más molesto, aunque por algo existen las Castas Inferiores...

Pero ese delicioso bocado se escapó; el Bestial nos traicionó y ahora está de su parte. Almas fundidas... Parece que el hijo pretende seguir al estúpido de su padre. Ha de decirse que ha resultado ser un error garrafal no asesinarlo desde el primer momento en que llegó al Plano Daemon. Su experiencia en él, a pesar de que gran parte de su cuerpo original le fue arrancado, y la cáscara sobre la que se sostiene lo limita en gran parte, le ha fortalecido espiritual y mentalmente. Como diría en palabras del analizador mental Xhalos: "Lo hemos vuelto tan loco, que ha dado la vuelta. Ahora es más cuerdo que nunca. Le hemos hecho crecer mentalmente todo lo que esa cabecita podría dar de si.". Lo que quiere decir, que ha madurado exponencialmente, aún con su cuerpo medio muerto, ha asesinado a miles de Daemon de toda Casta y aspecto, y ha interrumpido demasiadas Brechas como para ignorarlo.

Lamentablemente, a diferencia del necio del Ejecutor, que disponía de una Brecha siempre abierta a través de la que nos desafiaba... No tenemos forma de asaltarlo en su hogar. Es completamente invisible. Así que deberemos esperar a que corra para salvar las siguientes almas a consumir, para volver a cazarlo. Almas, mm... Formar parte de la Casta de los Escribas siempre ha requerido una constante producción de alimento para nuestros gigantescos cerebros pulsátiles. Antaño, éramos los Cronistas de la Raza... Ahora, si no queremos que nuestras cabezas exploten por el conocimiento que acumulan, debemos escribirlo TODO. 

Como, por ejemplo, las formas en las que NO se debe enfrentar al Xeniam, analizadas tras incontables muertes. Es mortal cuerpo a cuerpo, ya que su arma, sea la forma que tenga, entra dentro del plano espiritual; es parte de su alma, luego cualquier armadura básica, biológica o mágica necesita tener refuerzos espirituales. Lo cual indica que cualquier Casta más baja de la Zaeta es inútil contra él, incluso la Casta Súcubo (De hecho, especialmente; esa maldición interminable que le echaron durante su estadía en nuestro  Plano lo hace inmune al resto de sus inútiles hechizos). Por otra parte, conjura ese repugnante Fuego Astral, que quema lo que para él es impuro y protege lo sacro. Una forma bonita de decir que a nosotros nos mata, a él no. Dado que sus ojos se mueven por medio espiritual, los disfraces habituales tampoco sirven. El punto a nuestro favor es su cuerpo débil y podrido; cualquier Daemon que lo golpee con fuerza, lo matará. El día en que pierda un combate, morirá. Claro que también hay que evitar bajo todo concepto luchar contra él cuando lleva su capucha puesta, ya que...

La sangre en la que el Escriba redactaba sus conocimientos termina aquí. La sed de almas es demasiado fuerte, a pesar de que es esa información la que amenaza con hacerlo explotar en una muerte agónica y dolorosa. ¿Placer, o muerte...? Los Escribas lo han decidido ya.

Las páginas que versan sobre el Segador son dispersas y caóticas; los Escribas jamás lo han visto en persona, y subestiman mucho su capacidad...

Pues no hay enemigo peor que del que nada se espera,
a pesar de que se le crea,
a aquellos que dicen que si su fuego no te quema, 
su odio es tan atroz que no hay mal al que tema.




lunes, 5 de noviembre de 2012

Juegos de Palabras (I)

Una mañana, una tarde, una noche estresada.
Todo un día, pocos frutos, vida desaprovechada.
Cansancio, agotamiento, estrés, dolor.
¿Cómo enfrentarse al infierno sin valor?

Caminar con las piernas atadas,
remar con los brazos cortados,
ver con la cara cegada, 
escuchar con los oídos tapados.

Una losa de mil kilos que te atrapa con indiferencia, 
una montaña que se derrumba con total impunidad.
No es de sorprender el arrebato de violencia.
¿Cómo aguantar la avalancha sin piedad?

Cierra los ojos, apaga tu alma.
Respira por la mente, cae en el mar.
Deja que el mundo se congele, caiga en calma.
Abre tu corazón, ahógate en paz.

domingo, 4 de noviembre de 2012

SdC - La Naturaleza de los Aurem (I)

¿Existen criaturas en este universo que podamos definir como seres absolutos? ¿Dioses? Su contrario ha existido desde antes del principio, pues tenemos a los Daemon. Algunos consideran que el otro lado lo conforman los Aurem, seres divinos, inmortales, capaces de obrar milagros, alzar a los muertos, y crear vida. No obstante... Ocultan algo.

Un Dios es un ser Supremo, del que nada se sabe, el cual es su propio origen y su propio final. Un Dios no ha de ser conocido, más que lo que este desee. Los Aurem no son ningún ser final. Tienen un pasado, tienen un origen... Solo que no lo han divulgado. Tras el suceso conocido como la Caída de los Daemons, los Aurem aparecieron en este universo, vacío de toda vida salvo la caótica presencia Daemon.

Los Aurem son seres individualistas, que raramente se alían. De hecho, el Primer Conflicto entre Aurem y Daemons hubiera acabado en la destrucción absoluta de estos últimos, de no ser porque los Aurem eran tan egoístas que no aceptaban combatir unidos. Su terquedad permitió a la recién reformada horda de los Daemons a evolucionar, a adoptar un patrón de Clases. Al principio, un solo Aurem era capaz de acabar con decenas de millones de Daemon básicos a la vez sin apenas inmutarse. Para cuando se dieron cuenta de la amenaza que se les venía encima, un Aurem no podía enfrentarse a mil Daemon de Clase Zaeta sin encontrarse en dificultades.

Finalmente los Aurem dejaron atrás sus rencillas (en mayor medida) y se organizaron en tres grupos claramente diferenciados. El primer grupo lo conformaba el Panteón, los líderes indiscutibles de los Aurem. El segundo grupo era la Fortaleza, erigidos justo encima del Abismo tras el Abismo, el portal eterno por el que los Aurem habían venido a este universo. Nadie sabe si vigilan con temor al exterior del portal... O a su interior. Finalmente, el tercer grupo eran el resto de Aurem, los Peregrinos, demasiado débiles a ojos del Panteón, o que carecían del interés de los miembros de la Fortaleza por la vigilia constante.

El Primer Conflicto se terminó cuando el Aurem Peregrino Chaos el Primigenio partió en dos el universo, arrasando a los Daemon y exiliándolos a una región diminuta en comparación a la restante, que quedó libre para que los Aurem dieran rienda suelta a sus deseos.

La mayoría de Peregrinos comenzó a crear mundos habitables, utilizando su don de la vida para crear una miríada de razas distintas. El patrón auremoide (o humanoide, como lo llamaron para ocultar el nombre verdadero) era el más común, como era natural, aunque algunos poseían ideas bastante... Creativas. El destino de estas razas bien podía ser el ser observadas durante su evolución como experimento, ser empujadas a la guerra con otra raza creada por un Aurem enemigo o simplemente erradicados sin más por los Aurem menos sensibles a sus propias creaciones. Naturalmente, existían unos pocos Aurem que verdaderamente sentían piedad por las razas inferiores que dominaban y gobernaban, pero su número y poder era tan reducido, que no era nada comparado con el Panteón. Billones de espíritus nacieron y murieron por obra y gracia de estos "Dioses", que convenientemente, ignoraron que el hechizo prohibido de Chaos no era perfecto, y que necesitaba una atención constante para que los Daemon jamás volvieran.

Naturalmente, los Daemon volvieron, más poderosos que nunca...