Una mañana, una tarde, una noche estresada.
Todo un día, pocos frutos, vida desaprovechada.
Cansancio, agotamiento, estrés, dolor.
¿Cómo enfrentarse al infierno sin valor?
Caminar con las piernas atadas,
remar con los brazos cortados,
ver con la cara cegada,
escuchar con los oídos tapados.
Una losa de mil kilos que te atrapa con indiferencia,
una montaña que se derrumba con total impunidad.
No es de sorprender el arrebato de violencia.
¿Cómo aguantar la avalancha sin piedad?
Cierra los ojos, apaga tu alma.
Respira por la mente, cae en el mar.
Deja que el mundo se congele, caiga en calma.
Abre tu corazón, ahógate en paz.
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